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El Concilio de Calcedonia

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El Concilio de Calcedonia

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El Concilio de Calcedonia

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La Redacción

El Concilio de Calcedonia (451 d.C.): La Definición de la Naturaleza de Cristo y sus Consecuencias

El siglo V fue una época de intensos debates teológicos dentro del cristianismo, en los que la identidad de Cristo se convirtió en el punto central de la controversia. En este contexto, el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) representó un momento crucial, pues definió la naturaleza de Cristo de manera que marcaría el destino del cristianismo ortodoxo hasta la actualidad. Bajo el patrocinio del emperador Marciano y la influencia del Papa León I, el concilio reunió a más de 500 obispos para responder a una cuestión fundamental: ¿cómo se relacionan la divinidad y la humanidad en la persona de Cristo?


Contexto y causas del concilio

Las discusiones cristológicas ya llevaban más de un siglo en curso. El Concilio de Nicea (325) había establecido que Cristo era “de la misma sustancia” que el Padre, y el Primer Concilio de Éfeso (431) había condenado el nestorianismo, que afirmaba que en Cristo existían dos personas separadas (una divina y otra humana). Sin embargo, aún quedaban posturas divergentes.

El monje y archimandrita Eutiques, defensor del monofisismo, sostenía que tras la Encarnación, la naturaleza humana de Cristo había quedado absorbida por la divina, resultando en una única naturaleza (μονοϕύσις, mono-physis). Esta visión fue condenada en el Sínodo de Constantinopla (448), pero su causa fue defendida en el controvertido Segundo Concilio de Éfeso (449), conocido como el “Sínodo del Ladrón” por sus procedimientos irregulares.

Para zanjar la disputa, el emperador Marciano convocó el Concilio de Calcedonia en el año 451, con el objetivo de establecer una doctrina clara y universal.


La Definición de Calcedonia: “Verdadero Dios y Verdadero Hombre”

El concilio concluyó con la “Definición de Calcedonia”, un documento que estableció que:

“Confesamos a uno y el mismo Señor Jesucristo, el Unigénito, perfecto en divinidad y perfecto en humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, compuesto de alma racional y cuerpo, consustancial con el Padre según la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado…”

Y añadió que las dos naturalezas de Cristo “se unen en una sola persona y una sola hipóstasis, sin confusión, sin cambio, sin división y sin separación”.

Con esta declaración, se condenó el monofisismo de Eutiques, pero sin adoptar el nestorianismo. Se estableció así la base doctrinal para la cristología de la Iglesia católica, la ortodoxa y muchas tradiciones protestantes.


Las consecuencias: divisiones y tensiones eclesiásticas

El concilio no solo resolvió la cuestión teológica, sino que también tuvo profundas consecuencias políticas y eclesiásticas:

Cisma con las Iglesias Orientales: La Iglesia de Alejandría, la Iglesia armenia y otros sectores de la cristiandad oriental rechazaron la definición calcedónica, dando origen a las Iglesias ortodoxas orientales, que aún hoy no aceptan la doctrina de las “dos naturalezas”.

Elevación del Patriarcado de Constantinopla: Se estableció que el obispo de Constantinopla tenía “privilegios iguales” a los del Papa de Roma, lo que generó tensiones con el papado y fue un paso hacia el futuro Cisma de Oriente y Occidente (1054).

Consolidación del poder imperial sobre la Iglesia: El concilio reflejó el creciente control del emperador bizantino sobre la teología cristiana, estableciendo la tendencia del “cesaropapismo” en el Imperio Romano de Oriente.


¿Qué papel jugaron las órdenes religiosas?

En este periodo Bizantino aún no existían órdenes religiosas como las benedictinas o franciscanas. Sin embargo, ya había comunidades monásticas organizadas, y algunas jugaron un papel indirecto en el concilio:

Los monjes como actores teológicos: Eutiques, cuyo monofisismo fue condenado, era un archimandrita (superior de un monasterio en Constantinopla). Su doctrina reflejaba la influencia de sectores monásticos, especialmente en Egipto y Siria.

Los monjes y el apoyo al concilio: No todos los monjes eran monofisitas. Un grupo de archimandritas y monjes de Constantinopla envió una carta al concilio expresando su adhesión a la doctrina calcedónica.

División en el monacato: Tras el concilio, algunos monasterios egipcios y sirios se alinearon con el monofisismo, mientras que otros, en Constantinopla y Roma, apoyaron la doctrina de las dos naturalezas.


El legado del Concilio de Calcedonia

El Concilio de Calcedonia estableció una definición teológica que perdura hasta hoy en la mayoría de las iglesias cristianas. Sin embargo, también marcó el inicio de divisiones que aún existen, con la separación de las Iglesias ortodoxas orientales.

Desde un punto de vista histórico, este concilio no solo resolvió una cuestión doctrinal, sino que redibujó el mapa eclesiástico y político del cristianismo, sentando las bases de los conflictos que definirían la Edad Media y la relación entre la Iglesia y el poder imperial.

En conclusión, la historia de Calcedonia es la historia de cómo una disputa teológica moldeó la estructura del cristianismo y dejó una huella que, siglos después, sigue resonando.