El Concilio Vaticano II (1962-1965) fue un concilio ecuménico convocado por el papa Juan XXIII y continuado por Pablo VI, con el objetivo de modernizar la Iglesia Católica y actualizar su relación con el mundo contemporáneo. Se caracterizó por un enfoque más abierto y dialogante, buscando la renovación interna de la Iglesia y la promoción de la unidad entre los cristianos.
🔹 Principales cambios y reformas:
🔸 Apertura al mundo moderno: La Iglesia reconoció la importancia del diálogo con la sociedad, la cultura y otras religiones, alejándose de una postura defensiva.
🔸 Reforma litúrgica: Se permitió el uso de las lenguas vernáculas en la misa en lugar del latín, facilitando la participación de los fieles y aboliendo la decisión a este respecto del Concilio de Trento.
🔸 Énfasis en el papel de los laicos: Se promovió una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia, reconociéndolos como parte activa de su misión.
🔸Ecumenismo y diálogo interreligioso: Se fomentó el acercamiento con otras confesiones cristianas y religiones, incluyendo el judaísmo y el islam.
🔸Libertad religiosa: Se afirmó el derecho de cada persona a la libertad de conciencia y de religión, marcando un cambio con posturas previas más exclusivistas.
🔹 Divisiones Generadas por el Concilio Vaticano II
El Concilio Vaticano II introdujo cambios profundos en la Iglesia, pero no todos los católicos los aceptaron de la misma manera. Esto provocó divisiones internas que todavía hoy afectan al catolicismo. Las principales corrientes que surgieron fueron:
🔸 Tradicionalistas (Rechazo a las reformas)
Consideraban que el concilio rompió con la tradición y debilitó la doctrina católica.
- Rechazaban especialmente la reforma litúrgica (uso de lenguas vernáculas en la Misa en lugar del latín) y el diálogo con otras religiones.
- Ejemplo destacado: El arzobispo Marcel Lefebvre fundó la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), que sigue celebrando la Misa Tridentina (rito preconciliar) y rechaza algunos documentos del concilio.
🔸 Progresistas (Apertura a más cambios)
- Creían que el concilio fue solo un primer paso y que la Iglesia debía seguir evolucionando.
- Apoyaban reformas más profundas en temas como la moral sexual, el celibato sacerdotal y el papel de la mujer en la Iglesia.
- Algunos sectores más radicales promovieron la teología de la liberación en América Latina, lo que generó tensiones con el Vaticano.
🔸 Posición Oficial del Vaticano (Equilibrio entre tradición y cambio)
- La mayoría del clero y los fieles aceptaron las reformas del concilio, pero sin pedir cambios radicales.
- Los papas posteriores (Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI) defendieron el Vaticano II, pero tratando de frenar tendencias extremas en ambos sentidos.
🔹 Masonería en el Concilio Vaticano II
No hubo una condena específica contra la masonería en los documentos oficiales del Concilio Vaticano II. Sin embargo, en décadas anteriores, la Iglesia Católica había sido muy crítica con la masonería, considerándola incompatible con la fe católica debido a su carácter secreto, laico y su promoción de una ética independiente de la doctrina cristiana.
🔸 ¿Qué pasó después del concilio?
Después del Vaticano II, hubo cierta flexibilización en el trato hacia los masones en algunos sectores de la Iglesia, pero la postura oficial siguió siendo negativa:
En 1983, el Código de Derecho Canónico (reformado tras el concilio) eliminó la excomunión explícita a los masones, aunque el Vaticano aclaró que seguir en la masonería sigue siendo incompatible con la fe católica.
En una declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1983, firmada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger (futuro Benedicto XVI), se reafirmó que la pertenencia a la masonería sigue prohibida para los católicos, pues los principios masónicos siguen en conflicto con la doctrina de la Iglesia.
🔹 Impacto y legado
El Vaticano II transformó la Iglesia en su estructura, su relación con los fieles y su manera de interactuar con el mundo.
Aunque el concilio tenía la intención de renovar la Iglesia sin provocar rupturas, en la práctica generó una fractura entre los sectores tradicionalistas y progresistas. Hoy en día, grupos como la FSSPX siguen oponiéndose a las reformas del Vaticano II y celebrando la liturgia antigua. Su influencia sigue vigente hoy, siendo un punto clave en la evolución del catolicismo contemporáneo.