El Camino Escondido: Trampas que No Vimos Venir
Mis Queridos Hermanos,
Esta no es una plancha escrita con la intención de adoctrinar ni de corregir, sino de compartir en confianza lo que el tiempo, el error y la perseverancia me han permitido aprender. La travesía iniciática, como bien sabéis, no es una carretera recta ni libre de niebla. Por el contrario, es un sendero estrecho, lleno de recodos, espejismos y encrucijadas. Y aunque la iniciación nos haya abierto los ojos, no nos ha hecho inmunes al tropiezo.
He sido víctima de la glotonería espiritual. Durante años confundí cantidad con profundidad, y me perdí en un bosque de doctrinas, autores, rituales y técnicas, cada uno prometiendo un acceso más rápido a la sabiduría. Fui un coleccionista de herramientas sin taller, un lector de mapas sin destino. No comprendí entonces que el verdadero oro alquímico no se encuentra acumulando libros, sino encarnando una sola verdad con totalidad. Aprendí, tarde pero con gratitud, que quien cava muchos pozos, no alcanza el agua.
Luego estuvo la impaciencia. Aquella sed de revelación inmediata, de resultados tangibles y comprobaciones rápidas. Caí en el autoengaño de querer acelerar lo que por naturaleza es lento. Me impacientaba por "ver la luz", sin entender que la luz no se ve: se vuelve uno con ella. El viaje iniciático no es una carrera, sino un rito de permanencia, donde la constancia es más poderosa que el éxito inmediato.
Y por último, confieso mi desliz con el morbo. La fascinación por los misterios prohibidos, los rituales herméticos, lo oscuro y lo arcano. Me dejé llevar por lo espectacular, por lo que llama la atención del ojo externo y no la del corazón interno. Descubrí, no sin heridas, que lo verdaderamente oculto está velado por lo simple, y que los grandes secretos no tienen estridencia: apenas susurran.
Hoy, tras pasar por estas trampas, puedo deciros que la razón por la que entré en la Masonería no es la misma por la que Permanezco. Entré buscando conocimiento, misterio, pertenencia. Permanezco porque he encontrado silencio, servicio, verdad. Porque he comprendido que la piedra no se talla desde fuera, sino desde dentro. Y porque entre columnas, en la penumbra de nuestros templos, he aprendido que el camino verdadero no necesita atajos, sino firmeza.
Con afecto fraternal,
Fe, Ciencia y Virtud.
Tu Hermano en la Luz